Survivor

Una epidemia extraña a comenzado a infectar al mundo entero, algunos resultan inmunes a dicha enfermedad...pero los demás terminan convirtiéndose en zombies...cuando el mundo llega a su fin...sólo los más fuertes sobrevivirán

martes, 3 de agosto de 2010

Capítulo 13

SURVIVOR
When The WORLD COMES TO AN End...Only The Strongest Will Survive!

Part 13 “In the Dead of the Night”

Aún no puedo digerir lo que acababa de ocurrir hace tan sólo unas horas…Aquel lugar que llegamos a considerar nuestro hogar acababa de desaparecer, nos habíamos separado y ahora vagábamos en busca de una respuesta…Qué deberíamos hacer en tiempos tan oscuros como estos?

Abrí mis ojos con lentitud, sentía mis ojos algo hinchados, sentí como si hubiera dormido tan solo unos minutos. Observé a mi alrededor esperando que todo hubiese sido tan sólo un mal sueño. A mi lado estaba Aldo aún manejando, su mirada fija en el camino desolado. Él había cambiado lugares con Asahel para que pudiera descansar un poco. Gire y vi a Asahel con los ojos bien abiertos y a Mile profundamente dormida en sus piernas. Creo que en situaciones como estas, alguien como Asahel no puede darse el lujo de dormirse profundamente, sobre todo tomando en cuenta que Pancho no está con nosotros.

Sin embargo, no culpo su decisión. En aquellos momentos tan sólo estaban Lau y Jess con un Harry malherido, dejarlas solas en ese estado hubiera sido algo inhumano. Por otro lado, sin Pancho, estamos perdidos, en verdad nunca creímos que estaríamos en una situación como está.

“Qué pasa Iraís?” me preguntó Aldo notando mi cara llena de preocupación.
Volteé a verlo pero me costó trabajo decirle aquellas emociones que me cruzaban en esos instantes. Simplemente las resumí a un simple “Tan sólo pensaba…”.
Él se mantuvo en silencio ante mi respuesta tan vaga. Sentí de pronto la necesidad de iniciar algún tipo de conversación con él en un momento tan sombrío.
“A dónde iremos?” le pregunté simplemente.
Él volteó a verme por un momento y luego respondió “De qué te preocupas? Si me llegó a cansar, tú puedes tomar el volante”.
Sentí una gota de sudor frío, estaba insinuando que yo manejará ese monstruo?
Aldo pronto notó mi reacción y pudo soltar una leve carcajada. Ese momento nos relajo a ambos por un momento. Sin embargo, aquel silencio volvió, fue entonces cuando me habló en un tono más serio.
“Estamos llegando a San Luis…” me dijo con la mirada aún enfocada en el camino.
“A San Luis?” le pregunté algo sorprendida.
“Nuestra meta es llegar a San José no? La carretera que pudimos tomar nos llevó hacia el norte, nuestra mejor opción es llegar a San Luis y de ahí movernos a San José” me dijo explicando todo con sencillez.
Tan sólo lo vi, atónita ante sus palabras. Quién diría que el chico llenó de negativismo y apatía del principio terminaría convirtiéndose en prácticamente un líder en tiempos así.
Él volteó a verme al notar ninguna respuesta ante su explicación. “Qué?” me preguntó con sencillez. Yo le respondí de igual manera, “Nada…”
Pronto vi como entrabamos a la ciudad. Estaba en estado tan deplorable como el mismo Querétaro. Aquel escenario dejaba todo menos confianza en nosotros. Tan sólo esperaba que no hayamos llegado al fin de nuestro camino.

Aldo detuvo el carro en seco. Frente a nosotros estaba un tráiler doble remolque tirado bloqueando el único acceso disponible para pasar.
“Demonios…” dijo Aldo en voz baja.
“Ahora qué haremos?” preguntó Asahel preocupado.
“Necesitamos hallar una ruta alterna…” dijo mordiéndose el labio inferior.
“Y cómo piensas qué haremos eso…por si no te has dado cuenta, ya no tenemos gasolina” le dije con firmeza.
“No estarás considerando que salgamos a buscar la ruta a pie?” preguntó Mile quién ya llevaba despierta desde que entramos a la ciudad.
“No…” contesto Aldo con seriedad. “Iraís y yo saldremos a buscar gasolina y una ruta alterna.”
Mile lo observó desafiantemente.
“Puede haber sobrevivientes…y no dudarán en robarse el vehículo” dijo tratando de convencer a ambos. “Entonces…vamos Iraís” me dijo de la nada mientras yo seguía incapaz de creer las cosas que dijo, como todo un líder. Finalmente reaccioné y tomé mis armas, ambos nos bajamos del carro y rodeamos el tráiler en busca de un modo de cruzar la ciudad.

Al principio todo parecía estar tranquilo y sólo. No había señal de los muertos vivientes, sin embargo, de alguna forma habían logrado desarrollar un cierta inteligencia ya que sólo eso podía explicar cómo nos emboscaron. Caminaba detrás de Aldo, noté como traía sus audífonos puestos y su moto sierra en alto listo para atacar en cualquier momento. Lo seguía de cerca aunque en aquel momento ninguno de los dos tenía la menor idea de a dónde nos dirigíamos.

Escuché un ruido. Me detuve y apunté mi arma hacia un callejón oscuro, mis dedos algo temblorosos, pero estaba segura de que acababa de ver pasar una sombra por ahí. Aldo se percató que ya no lo seguía y al verme lista para disparar corrió hacia mí.
“Qué pasó Iraís?” me preguntó algo alarmado.
“Acabo de ver algo pasar…” le dije con seriedad.
“Estás segura?” sentí la duda en su voz.
“Escuché un ruido, volteé y vi pasar la sombra de alguien!” le dije perdiendo ligeramente la paciencia.
Aldo se agachó y tomó una piedra, tomó impulso y lanzó hacia el callejón, no hubo respuesta alguna.
“Pues…zombies no es, eso lo hubiera atraído” me dijo con simpleza.
“Pero eso no desaparece el hecho de que vi algo pasar” le dije nuevamente.
“Pues lo que sea que hayas visto…ya no está ahí” me dijo tomando su camino otra vez.

Acaso me estaba volviendo paranoica? No, estaba segura de lo que había visto, algo o alguien nos estaba siguiendo. Levanté el paso para alcanzar a Aldo, sin embargo aquel suceso no dejaba de rondar mi mente.

“Acabamos de pasar por aquí” le dije a Aldo. Él se detuvo.
“Los caminos están bloqueados…o repletos de zombies” me dijo algo molesto.
“Dar vueltas no va a abrirlos” le dije aumentando su enojo.
“Entonces qué sugieres que hagamos?” me preguntó con cierto tono sarcástico.
“Podemos cruzar por aquí…” señale un gran letrero que decía Parque Tangamanga.
De pronto el enojo desapareció de su rostro repentinamente. “Vamos” me dijo jalándome del brazo de prisa hacia aquel parque.

Aquel que creímos parque era realmente un bosque algo terrorífico. La sangre estaba por todas partes, los arboles quebrados y quemados, el suelo, el pasto crecido. Había cuerpos en descomposición en el suelo, las moscas los cubrían y los pájaros se alimentaban de ellos. Todo era verdaderamente asqueroso.

Viendo todo ese paisaje apocalíptico me distraje tanto que no noté un desnivel en el piso, me resbalé y caí. Abrí los ojos y vi frente a mí un cráneo en descomposición, tenía un ojo y el otro sólo era un hueco del que salían gusanos. Grité y me levanté lo más pronto posible, sentí como Aldo me ayudaba viendo mi peculiar situación.

Pensé que ya todo había pasado, me equivoqué.
“Iraís, estás bien?” me dijo Aldo preocupado.
No podía mirarlo a los ojos, algo mucho peor estaba ocurriendo justo frente a nosotros. Incapaz de decirle alguna palabra, simplemente señale hacia el frente con mi brazo tembloroso.
Él volteó rápidamente y juró que vi como el color desapareció de sus mejillas, estaba completamente blanco. Supongo que así debía de lucir yo también.
Frente a nosotros una horda de zombies nos seguía, escucharon mi grito y ahora no nos dejarían escapar.

Aldo fue el primero en reaccionar de aquel shock tan impactante. Encendió su moto sierra listo para matar a cualquier maldito zombie que se atreviera a acercarse aunque sea un metro a nosotros. Sentí una cierta seguridad, algo que no sentía desde hace mucho, alguien estaba dispuesto a protegerme, no estaba sola en ese infierno.

Los monstruos comenzaron a acortar su distancia entre nosotros y Aldo no dudo en atacarlos, tuve que tragarme el miedo que sentía, no pensaba dejarlo sólo. Ambos luchamos contra ellos, pero nos superaban en número, una simple mordida y todo acabaría. Teníamos que pensar en algo o nunca nos volveríamos a encontrar con los demás.

Fue entonces que a lo lejos noté una especie de castillo, lo primero que pensé fue que sería un lugar seguro para escondernos. En esos momentos no me pregunté nada más, sólo quería sacarnos de ahí. Me acerqué a Aldo, lo suficiente para poder susurrarle al oído el nuevo plan. Volteó hacia el castillo y accedió a mi idea. Pronto estábamos los dos moviéndonos hacia ese lugar, protegiéndonos mutuamente nuestro lado ciego. Los zombies comenzaron a rodearnos, tan sólo faltaban unos cuantos metros, estábamos prácticamente en la puerta. En ese preciso momento Aldo giro enfrentándolos de frente.
“Abre la puerta, yo los entretengo mientras” me dijo con tanta confianza que me sorprendí por un momento.
Corrí hacia la puerta tratando de abrirla, noté que tenía un candado, apunté con mi ballesta y destrocé el candado. La puerta se abrió con sencillez. Antes de entrar noté un cártel que yacía sobre la entrada. Lo leí de prisa antes de que Aldo me sacara de concentración.
“Ya pudiste abrirla?” me preguntó quitándose a 3 zombies de encima.
“Sí, corre!” le dije rápidamente.

Ambos entramos al unísono algo agitados cerrando la puerta detrás de nosotros. Sentíamos los golpes en la puerta, no podíamos quedarnos así para siempre. Aldo agarro una especie de tubo y la colocó en la puerta, atrancando ésta. Al menos ya no podrían entrar, sentí un alivio incomparable. Mi corazón latía de prisa y en ese momento lo único que hice fue abrazar a Aldo.

“Por qué tan emotiva?” me preguntó con una burla ligera.
“Pensé que eso era todo para nosotros…” le respondí ignorando su intento de molestarme.
“No pensaba dejarte morir” me dijo con una sencillez tan característica de él.
En aquel momento no me importaba lo que él pensará, estaba tan agradecida con él. Él nunca me abandonaría a mi suerte y para mí eso era todo lo que importaba.

Nuestras miradas se cruzaron por un momento. Sólo había silencio a nuestro alrededor. Desafortunadamente, aquel silencio se convirtió en uno incómodo. Aldo fue el primero en hablar.
“Me preguntó que hace un castillo en medio de un parque?” preguntó sin mucha importancia.
Recordé lo que había leído antes de entrar. “No es un simple castillo”, le dije.
“Entonces qué es?” me pregunto algo curioso.
“Es una casa de terror” le dije con claridad.
“Cómo sabes eso?” me preguntó aún más confundido que al principio.
“Antes de entrar vi un letrero…decía que es un juego de terror y que no deben entrar personas con problemas cardíacos…etcétera” le respondí orgullosa de mi buena memoria.
Aldo parecía impactado ante esa declaración. Su mirada llena de sorpresa e incredulidad no tenían precio alguno.
“Bromeas verdad?” me preguntó aún digiriendo aquello.
“Pues parece que esto no es el típico parque” le dije pensando mis palabras.
“Bueno…castillo, casa de terror o lo que sea…éste lugar nos salvó la vida” me dijo rascándose la cabeza.
“Pero…ahora cómo cruzaremos el parque?” le pregunte dándole a notar nuestra previa misión.
“Tienes razón…esto puede ser un pequeño problema” me dijo mientras pensaba. “Bueno, éste juego debe tener una salida” dijo enfatizando la palabra “debe”.
“Pues sí…todos los juegos tienen una salida” le dije con algo de sarcasmo.
Ignoró mi sarcasmo dándome su punto de vista. “Sólo llegamos a la salida y terminamos de cruzar el parque”.

Lo hacía sonar tan sencillo como si no hubiera decenas de muertos vivientes esperándonos afuera listos para comernos vivos. En fin, no podíamos quedarnos encerrados ahí, Asahel y Mile esperaban nuestro regreso. Finalmente accedí a su plan y él abrió la entrada al juego, una infinita oscuridad nos recibió.
Nos hicimos camino guiados tan sólo por una pequeña linterna. Caminábamos cerca uno del otro, siendo una casa de terror no sabíamos qué esperar a la vuelta de cada esquina. Llevábamos un paso algo lento, trate de relajarme, pensé que sin electricidad ese juego no podía estar funcionando. De pronto, mientras mi mente pensaba en las imposibilidades de que apareciera algo que me asustará, sentí una mano tocar mi hombro. Sentí un escalofrío, estaba lista para dar el grito más fuerte de mi vida, cuando alguien tapó mi boca.
“Tranquila…” dijo riéndose entre dientes Aldo. “Sólo era yo…”
No podía gritar, hice lo primero que se me vino a la mente, lo pateé en la rodilla. Él me soltó y comenzó a brincar sosteniendo su rodilla aguantándose el dolor y las ganas de gritar también. Finalmente me dijo en voz baja.
“Por qué haces eso?” me dijo con lo mueca de dolor aún en su rostro.
“Tú empezaste” le dije simplemente dándome la media vuelta.

Otra vez sentí una mano en mi hombro. Parecía que iba a tener que patearlo en donde el sol no brilla para que entendiera el mensaje.
“Aldo, no voy a volver a caer” le dije entre dientes.
“No estoy haciendo nada” me respondió confundido.
“No…” mi voz tembló. “Eres tú, deja de bromear”.
“No…te equivocas” me dijo seriamente, esta vez se colocó frente a mí con la linterna iluminando su rostro.
“Entonces…” sentí el sudor frío corriendo por mi rostro.
Aldo tomó la linterna y me iluminó dando prácticamente un brinco hacia atrás. Sus palabras eran incomprensibles. Giré mi cabeza lentamente para ver qué tocaba mi hombro. Aquella imagen me impacto, y aquella cosa se lanzó contra mí tirándome al suelo.

Traté de luchar, pronto sentí como Aldo se unió y levantó a esa cosa dándole un puñetazo en la cara y aventándolo hacia el otro extremo del cuarto. Pude respirar otra vez, él se acercó a mí y me ofreció su ayuda para levantarme.
“Será el único?” le pregunté aún asustada.
“No sé…pensé que aquí no había nada…” me dijo con preocupación. “Aquí estamos en desventaja…”
“Lo sé…”le respondí. “Tenemos que salir lo más pronto de aquí”.

Esta vez no nos importó nada más, corrimos sin preocuparnos por el juego, tan sólo queríamos salir de ahí. Estábamos en el último cuarto, se notaba una luz a las orillas de la puerta de salida. Pero no podíamos cantar victoria aún, aquel cuarto estaba rodeado de zombies.

Aldo me hizo señas para no hacer el más mínimo sonido. Seguí sus indicaciones atentamente, ambos nos deslizamos por el suelo a gatas esperando pasar desapercibidos por esos seres. Llegamos a la puerta, Aldo trató de abrirla, pero estaba cerrada y el ruido realizado por la manija pronto captó la atención de los zombies.

Se acercaban a nosotros, Aldo tomó su sierra y trató de encenderla pero está no reaccionaba. Su cara se llenó de preocupación.
“Qué pasa?” le pregunté deprisa.
“Esta cosa no prende…creo que me quedé sin gasolina” me dijo entre dientes.
“Eso no es bueno…” le dije aún más preocupada.
“Pero…tú tienes tu ballesta” me dijo tratando de relajarse.
“Ya no tengo flechas…usé la última para abrir el candado” le dije con miedo en mi voz.
“Demonios…” Aldo sintió una verdadera preocupación.

Ellos se seguían acercándose, prácticamente nos saboreaban, todo estaba a punto de terminar para nosotros. Sin embargo, en ese preciso instante algo destrozó la puerta, escuché un fuerte rugido de un motor, vi como la luz penetró el cuarto completamente. Pude distinguir la identidad del objeto que la destrozo. Una Harley negra que atropelló a varios zombies al entrar. Pude ver como una persona se bajó, no pude ver su cara pues traía un casco pero empezó a dispararle a todos los muertos presentes dándoles justo en el blanco. Me tenía tan sorprendida su habilidad.

En aquellos momentos desapareció por un momento mi miedo, en medio de aquella oscuridad alguien había llegado a salvarnos…notó nuestra presencia y se quitó su casco. La sorpresa me invadió aún más…Me sentí incapaz de pronunciar su nombre, pero a aquel hombre le debíamos nuestras vidas…

Continuará…

1 comentario:

  1. awwww!!!!
    genial!!!!
    jajajaja, no manches.. si, en vdd lo patearía xD
    menso.. ¬¬'
    gracias lau!!!
    espero con ansias el prox!!
    y tmb gracias x tomar en cuenta mi idea ^^

    ResponderEliminar