Survivor

Una epidemia extraña a comenzado a infectar al mundo entero, algunos resultan inmunes a dicha enfermedad...pero los demás terminan convirtiéndose en zombies...cuando el mundo llega a su fin...sólo los más fuertes sobrevivirán

viernes, 30 de julio de 2010

Capítulo 11

SURVIVOR
When The WORLD COMES TO AN End...Only The Strongest Will Survive!

Part 11 “The hero with no name”

Promesas…una simple palabra con miles de significados; pueden durar para siempre, pero una vez que se rompen, nunca volverán a ser lo que una vez fueron…Una promesa, es todo lo que puedo ofrecer en este nuevo mundo…pero proteger ese significado que tienen…eso aún no estoy seguro de poderlo hacer…

Estaba sentado en el rincón del cuarto viendo el techo pensativo mientras me fumaba uno de mis cigarros. Ya había pasado una semana desde la muerte de Julio, sin embargo, a pesar de la poca amistad que llevaba con la mayoría, aún así se sentía un vacio en el grupo. Ese día yo le prometí a Jess que jamás dejaría que uno de nosotros muriera, aunque no estaba seguro de cómo cumplir aquella promesa. Suspiré. Aldo seguí profundamente dormido en el otro rincón del cuarto. Era de suponerse, mire mi reloj y vi que eran las 3 de la mañana. No había podido conciliar el sueño esta última semana.

Toda la semana habíamos estado trabajando en el antivirus, pero siempre que parecía que teníamos la fórmula correcta, algo fallaba. Como si el mundo se opusiera a la creación de aquel antivirus. Sobrevivir había dejado de ser una opción para nosotros, era necesario tratar de terminar con aquella pandemia que cubría al mundo entero. La muerte de Julio nos enseño que nuestras vidas colgaban de un hilo, una mordida, un simple rasguño podía hacer que todo terminará para nosotros en cuestión de horas. Viéndolo de ese modo, todo era más oscuro de lo que queríamos creer.

Apague mi cigarro y tomé otro del bolsillo de mi saco. Apenas eran las 3 y media de la mañana. Una larga noche de insomnio me esperaba por delante. Volví a suspirar mientras encendía el cigarro en mis labios.

Al día siguiente bajé desde temprano y vi como Pancho y Asahel ya estaban de pie y trabajando. Esos dos, desde que Julio murió no han logrado darse el más mínimo descanso. Pancho esforzándose en tener las armas en el mejor estado posible, al igual que los vehículos y Asahel luchando por mantener la seguridad en óptimas condiciones para evitar que los muertos de afuera no entraran.

Bajé y me senté en una silla plegable y seguí fumando. Pronto vi como Aldo bajo de prisa las escaleras y volvió a encerrarse en el laboratorio que teníamos. Seguramente continuaría la investigación del antivirus. Decidí ir con él, tal vez podría ayudarle en algo. Entré al laboratorio y vi como ya estaba preparando los cultivos para las pruebas de ese día.
“Ah…eres tú Harry” me dijo sin poca emoción.
“Cómo vas?” le pregunte mientras apagaba mi cigarro.
“Apenas voy a empezar las pruebas…” me dijo en voz baja.
“Alguna idea para el antivirus?” le pregunte.
“Por el momento ninguna…ya intentamos todo y simplemente nos sigue ganando este virus” me dijo sin mucha esperanza respecto al asunto.
“Eso temía…” suspiré mientras me sentaba en un banco viejo. “Parece que nuestras opciones se están reduciendo rápidamente…”
Él me vio con cautela. “Hace falta un ingrediente…una sustancia que logre activar los componentes del antivirus para que frene al virus” me dijo con seriedad.
“Pensé que la sangre de Julio era el catalizador ideal” le dije con voz sombría.
“Yo también llegué a creer eso…pero este virus es mucho más letal que cualquier cosa vista antes en la historia de la humanidad” me dijo con algo de fatalismo en su voz.
Para entonces ya había encendido otro cigarro, estaba demasiado pensativo como para fijarme en mis propias acciones. Inconscientemente tome mi cigarro y tiré las cenizas en el frasco que tuve más cercano a mí en ese momento. Pude ver la cara horrorizada de Aldo.
“Qué haces Harry!” me grito algo histérico.
En eso volteé y vi que aquel frasco en el que había tirado mis cenizas era el matraz que contenía el antivirus que probaríamos ese día.
“Tranquilo…” le dije con calma. “Podemos hacer más, aún tenemos sangre…”
Me interrumpió rápidamente. “Te equivocas…la sangre de Julio ya se acabó…esa era la última muestra que teníamos”.
Sentí un hueco en mi estómago. La culpa comenzó a invadir mi mente. Sin embargo, antes de que pudiera decir cualquier cosa, Aldo tomó el matraz y lo analizó.
“No es posible…” dijo con algo de sorpresa.
“Qué pasó?” le pregunté rápidamente.
“Esto es increíble…parece que el catalizador que necesitábamos…” decía sin poder terminar una sola oración.
“Qué?” le dije algo impaciente.
Finalmente volteó a verme. “La nicotina en tú cigarro…está haciendo la función de catalizador en el antivirus…está frenando la propagación del virus.” Dijo con cierta alegría en su rostro.
“Quieres decir que…” dije incapaz de creer lo que acababa de decirme.
“Acabamos de sintetizar el antivirus Harry” me dijo con una gran sonrisa en su rostro.

Era incapaz de creer que aquella sustancia que creí que me mataría algún día se convertiría en aquella que nos salvaría de este apocalipsis inminente. Siempre supe que los cigarros eran buenos. Irónicamente sonreí mientras estos pensamientos cruzaban mi mente. El héroe del día, un simple cigarro.

“Y ahora qué pasará?” le pregunté con ansias a Aldo.
“Pues…no sé” me dijo incapaz de digerir la pregunta.
“No deberíamos de hacer pruebas o algo así?” le pregunte con simpleza.
“Tienes razón…sería demasiado riesgo probar esto en un humano” me dijo con seriedad.
Sonreí. “Entonces terminemos de preparar esté antivirus”.
Él me vio y sonrío de igual manera. La salvación estaba a cuestión de unas cuantas pruebas. Jamás había sentido que estábamos tan cerca de la paz como hoy. Pronto tomamos nuestros matraces y nuestros cultivos y nos preparamos para iniciar las pruebas del antivirus. Por primera vez se sentía un ambiente muy diferente en aquel laboratorio, no era desesperación era algo más como esperanza. Sí, algo así se podría decir.
Mientras tanto, en la bodega la actividad ya estaba al cien. Las chicas ya estaban de pie y trabajando. Siempre había algo que hacer en aquella vieja bodega. Podías estar arreglando algún vehículo, dando mantenimiento a alguna parte del sistema cerrado de vigilancia, a la radio o a la instalación eléctrica. En aquellos momentos, cualquier conocimiento, sea el más básico como la cocina, sería útil en esta nueva época de desesperación y desesperanza.

Laura se acercó a la mesa donde Mile y Asahel trabajan en el circuito cerrado de vigilancia.
“Oye…no necesitas que revise alguna de las cámaras de afuera?” le pregunto la chica de cabellos castaños.
Asahel se detuvo a pensar un momento. “A decir verdad…hay una cámara en el sector 8 que me ha estado dando problemas de visualización”.
“De acuerdo, la checaré ahorita…” dijo la chica antes de ser interrumpida por Asahel.
“No urge…pero si piensas ir, ten mucho cuidado” le dijo con algo de preocupación en su voz. Ella simplemente sonrió y se retiro.
“Eso no es normal…” dijo Mile de prisa.
“Por qué dices?” le preguntó Asahel con curiosidad.
“En esta última semana ha estado saliendo a arreglar cosas fuera de la bodega todos los días…” le dijo con claridad.
“Supongo que ha de estar tratando de ser lo más productiva posible” dijo con simpleza Asahel.
Mile suspiró. “En verdad eres poco observador cuando se trata de mujeres…”
“Qué quieres decir con eso?” preguntó Asahel aún más confundido.
“Sólo piensa por un momento…” dijo Mile sonriendo. “A decir verdad es más obvio de lo que crees.”
“Enserio?” dijo Asahel aún más confundido que al principio.
Mile no pudo evitar pero reírse de aquel chico tan despistado a su lado, simplemente le dio un ligero beso en su mejilla antes de continuar con su trabajo.

Laura salió de prisa de la bodega, bien armada y con una selecta bolsa con herramientas. Simplemente se preparó sin decir nada. Sin embargo, una chica de cabellos rizados largos se acercó a ella de prisa.

“A dónde vas Lau?” le pregunto Jess con curiosidad.
“Voy a checar una de las cámaras de afuera” dijo Laura sin rodeos.
“Hablas enserio? No vas a ir a…” le dijo Jess antes de ser interrumpida.
“Tranquila…te prometo que no me tardo” dijo con una simple sonrisa y se retiro.
Sin embargo, a pesar de la breve explicación, ella sabía exactamente a dónde pensaba ir Laura tras arreglar aquella cámara que no funcionaba muy bien. A pesar de todo, el tiempo no había logrado sanar aquella herida que le dejo la muerte de Julio.

Pancho e Iraís observaban aquella escena mientras revisaban el motor de la camioneta pick-up Silverado. Aquello parecía intrigar mucho a Pancho e Iraís pudo notar eso a primera vista.
“Qué pasa Pancho?” le pregunto, a pesar de lo obvio.
“A qué te refieres?” dijo tratando de evadir la primera pregunta.
“Sé que la curiosidad te está comiendo por dentro…” dijo con una sonrisa algo macabra, “Deberías ir a acompañarla”.
Pancho soltó una risa nerviosa. “No trates de negarlo” le dijo con firmeza Irais.
Pancho se sintió entre la espada y la pared por un momento. Iraís pudo observar esto y decidió darle un giro diferente al asunto.
“Podrían atacarla mientras está afuera” le dijo tratando de provocar una cierta preocupación en su rostro. Tuvo toda la razón.
“Es cierto…” dijo analizando la situación.
“Descuida, yo me encargo de esto” le dijo Iraís para aliviar su culpa por responsabilidades.
Pancho le agradeció y salió corriendo de la bodega.
Iraís sonrió. “No lo querrá admitir formalmente…pero es más obvio de lo que cree” dijo mientras continuaba trabajando en el carro.

Afuera, Laura ya había revisado la cámara y se hallaba hincada frente a una pequeña cruz que habían colocado en la tumba de Julio, a un lado de la vieja bodega. Ella simplemente estaba ahí, con una pequeña flor de la temporada que había encontrado en sus manos y su mirada fija en la cruz con el nombre de él grabado con una piedra en la madera. Los recuerdos comenzaron a inundar su mente.
“Laura…?” una voz detrás de ella la hizo salir del trance.
Ella volteó rápidamente y se encontró con una figura masculina. “Pancho…qué haces aquí?” le preguntó rápidamente.
“Eso lo debería preguntar yo no crees?” le dijo con una voz seria.
“Tan solo…tan solo…” Laura decía mientras trataba de pensar en una buena excusa.
“Por qué te haces esto?” le dijo interrumpiéndola.
“Por que le debo mi vida…” le respondía sin rodeos. Ella desvió su mirada a la flor en sus manos. Él la vio, entendiendo en dolor que sentía en esos momentos, y deseando poder sanar esas heridas que cargaba en su corazón.

Mientras, Aldo y yo acabamos de realizar un par de pruebas con los cultivos. Estábamos muy satisfechos con los resultados y salimos de prisa a contarles a todos la gran noticia. Nuestro temor al virus acababa ese mismo día. Pronto volveríamos a vivir en un mundo normal, terminaríamos nuestras carreras, nos casaríamos, tendríamos hijos…mi mente comenzó a divagar en un futuro teórico creado por la fantasía de la salvación.

Pronto reaccioné cuando observé como todos los presentes nos observaban fijamente, parece que hicimos más estruendo del necesario al salir del laboratorio. Finalmente Iraís preguntó. “Por qué tanto alboroto?”
Aldo tosió un poco antes de comenzar una pequeña cátedra que bien parecía llevaba días ensayando.
“Sabemos que el virus se transmitió vía aérea al principio, aquellos que no tuvieron cierta inmunidad a él, comenzaron con una gripe fuerte, continúo así hasta que en un momento clave, esas personas sufrieron un ataque pulmonar y cayeron muertas…reviviendo a los pocos minutos y transmitiendo el virus a través de una simple mordida…creímos que no había cura para esta anormalidad de la naturaleza…pero hoy por la mañana, con orgullo puedo decirles que hemos sintetizado con éxito un antivirus”.
Hubo un pequeño momento de silencio antes de que todos comenzarán a gritar llenos de alegría y esperanza.

Sin embargo, de pronto sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo en un simple segundo. Algo no estaba bien. De pronto las luces y todo lo electrónico de la bodega se apagó bruscamente. Odio tener la razón en situaciones así.

Aquellos gritos de alegría se volvieron gritos de desesperación en cuestión de segundos.
“Qué está pasando Asahel?” escuché como Mile le preguntaba algo histérica a Asahel quien tecleaba de prisa en la laptop que se estaba quedando sin energía.
“Parece que se fue la electricidad en todo el sector…esperen…en todo el estado…no…el país…” dijo con gran preocupación en su voz.
“Cómo es eso posible?” le pregunto Iraís.
“Temía que esto pasará…pero era inminente…” decía Asahel algo perturbado.
“Habla claramente!” le dijo Aldo. “Qué ocurre en el mundo?” le gritó mientras lo sostenía contra una pared.

En eso entraron Laura y Pancho corriendo a la bodega sin luz. Laura lo guiaba con su linterna. Ambos se detuvieron en seco. Pancho pronto alzó la voz.
“Qué está pasando?” dijo mientras observaba a Aldo preparado para darle un golpe a Asahel.
“Nos quedamos sin electricidad” le dijo Mile a Pancho.
“No es posible…” dijo Pancho en voz baja, “Es cierto Asahel?”
“Sí…” dijo mientras aún le temblaba la voz.
“Pero cómo es posible que…algo así…no…” dijo Laura peleando con su propia mente.
Asahel trató de recuperar su cordura. “Es posible…era cuestión de tiempo antes de que pasará”.
“Explícate Asahel…” Pancho le exigió un poco más tranquilo.
“Con el mundo en tal caos…nadie esta controlando los recursos eléctricos, de agua, de internet…nada, esto quiere decir que hemos estado viviendo gracias a las reservas de electricidad y agua potable de la ciudad, era obvio que estás no durarían para siempre…sin embargo creí que durarían un poco más…” dijo con preocupación.
“Tiene lógica…” dijo Iraís, “Sin embargo, sin recursos…qué nos puede deparar ahora?”
“Estamos en peligro” dije rápidamente, “En una situación como esta el circuito cerrado no nos sirve de nada…”
Jess pronto agregó. “Además…si empezamos a huir, también será cuestión de tiempo antes de que se acaben las reservas de gasolina” dijo algo seria.
“Esto es demasiado preocupante…” dijo Iraís con miedo en su voz.

En medio de aquella conversación nos percatamos de un ruido extraño. Demasiado tétrico a decir verdad. Estábamos sin luz, ya estaba anocheciendo y no teníamos modo de saber lo que ocurría afuera. Aquel ruido se fue volviendo cada vez más fuerte.
“Qué es eso?” preguntó Jess preocupada.
“No lo sé…iré a revisar” dije rápidamente. “Estén listos…sólo por precaución”.
Salí con cautela de aquel lugar e ilumine el camino. El cigarro se cayó de mis labios ante la visión delante de mí. Parecía que había bajado al mismísimo infierno. Tan solo faltaba Satanás caminando entre aquella horda de zombies que se acercaban de prisa hacia la bodega. Jamás había visto tantos reuniéndose en un solo lugar. Parecía que la suerte no estaría de nuestro lado esa noche.

Entré corriendo con los demás. No pude ni siquiera analizar lo que iba a decirles, simplemente lo dije, sin rodeos y sin miedo.
“Nos atacan! Son miles de ellos!” dije rápidamente.
“Cómo?” dijo Pancho sorprendido incapaz de creer lo que había visto.
“No miento…son miles, quizá más, es como si hubieran estado planeando atacarnos…es…un infierno” dije tratando de recuperar mi aliento.
“No es posible…” dijo Jess sorprendida. “Qué haremos ahora?”
“Tenemos que irnos…lejos muy lejos y lo más pronto posible” les dije de prisa.
“Bromeas? Tenemos que empacar el antivirus…todo” dijo Aldo con gran preocupación.
“Qué importa más…tú vida o simples cosas materiales?” le dije con firmeza y seriedad, él simplemente me vio incapaz de decir algo.
“Pero estamos hablando del antivirus Harry” dijo Mile intercediendo por Aldo.
“Es cierto, el antivirus es nuestra última esperanza” dijo Iraís uniéndose a su amiga.
Tan solo me mantuve pensativo por un momento. Ese momento duró poco pues los zombies ya habían penetrado la bodega, la puerta cayó y todos entraron listos para devorarnos al instante.

Todos tomamos nuestras armas y nos preparamos para luchar contra lo peor, en eso escuchamos una gran explosión, la puerta había caído sobre uno de los tanques llenos de gasolina que teníamos. Recordé mi cigarro, aquel que se me cayó en la entrada. La bodega estaba en llamas, perfecto, lo único que nos faltaba.
Pancho trató de pensar rápido y pronto comenzó a dar órdenes. “Mile, Asahel y Aldo, encárguense de guardar todo lo que nos pueda ser útil, mientras los demás pelearemos contra los zombies” dijo con gran liderazgo.
Volteó a vernos esperando una cierta confirmación. Iraís, Laura, Jess y yo se la dimos al sacar nuestras armas.

Aquello se estaba volviendo una verdadera masacre. Estábamos peleando contra una horda de zombies en medio de una bodega en llamas. Qué más podría salir mal? Detesto tener siempre la razón.

En un lado veía como Laura e Iraís estaban descuartizando zombies a la distancia mientras Pancho se encargaba de los más cercanos. Se entendía que la idea no era ganar esa batalla, simplemente estábamos ganando tiempo para escapar. Por el otro lado vi como Jess se estaba encargando a la perfección de otros que se acercaban, destruyendo sus cabezas al instante con su bat. No podía quedarme atrás, corría y cortaba cabezas, mi especialidad.

El tiempo corría y las cosas no parecían mejorar, aquellos zombies no dejaban de entrar y nuestras energías estaban acabándose, fue entonces que escuché algo preocupante, un grito tan familiar que sentí otro escalofrío recorrer mi cuerpo entero. Jess, fue lo único que cruzó mi mente en ese instante. Giré mi cuerpo con rapidez temeroso a lo que vería. Acerté.

Vi como Jess estaba rodeada de unos 5 zombies, el fuego la tenía atrapada en un rincón y su bat yacía a metros de distancia de ella. Vi como los golpeaba y pateaba tratando de alejarlos, pero tanto ella como yo sabíamos que eso era inútil. Corrí hacía ella, no pensé en el fuego, no pensé en los zombies, en mi mente solo estaba la imagen de mi llevándole flores a su tumba.
Salté entre las llamas con mis machetes en mano cortando la cabeza de una de esas cosas. Su mirada se ilumino por un momento. Un momento que duró muy poco. Dos me atacaron y mis machetes salieron volando. Logré golpear a uno lanzándolo hacia las llamas, pero no me percaté que otro se acercaba de prisa a Jess, listo para morder su cuello. Sabía que de tratar de golpearlo sería demasiado tarde, no tenía armas, simplemente hice lo primero que se me ocurrió. Corrí hacia ella.

Sentí como mi hombro empezó a arder. Empecé a sentir una debilidad indescriptible y escuché la voz de Jess.
“Harry!” gritaba con desesperación mientras golpeaba a aquel ser que seguía aferrado a mí.
Escuché un disparo, aquel ser por fin me soltó. Tan solo ví a Laura detrás de las llamas, pude ver mi hombro destrozado, la sangre caliente corriendo por mi espalda y mi brazo. Jess me sostenía con firmeza en sus brazos.
“Qué pasó Jess?” Escuché a Laura preguntándole a Jess.
“Lo mordieron!” fue lo único que dijo.

Sentí como me cargaban entre las dos, alejándome de prisa del campo de batalla. Me llevaron al laboratorio, reconocí ese techo manchado de gris debido al humo de mi cigarro.
Mi mente iba y venía, tantos recuerdos cruzaban mi mente, y las voces, no lograba entender todo lo que decían, pero seguramente estaban decidiendo qué hacer conmigo.
“Qué le pasó?” Escuché la voz sorprendida de Aldo.
“Lo mordieron…necesitamos que le pongas el antivirus” dijo Laura de prisa.
La mirada de Aldo se intensificó. “Iraís me dijo que ya lo terminaron…” volvió a decir Laura.
“Apenas terminamos de sintetizarlo…no estamos seguros del efecto que pueda tener en un humano aún…” dijo con seriedad.
“Pero es la única oportunidad que tiene Harry!” ella seguía abogando por su amigo.
“Lau…es muy arriesgado” le dijo tratando de calmarla.
“No podemos dejar que muera!” decía nuevamente.
“Por favor Aldo…” dijo Jess finalmente mientras las lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
“Jess…” la miró fijamente. “Está bien…” Suspiró mientras sacaba una jeringa y la botella del antivirus. “En verdad espero que todo salga bien…”

Sentí como una jeringa penetraba mi antebrazo. Aquel líquido ardía conforme entraba a mis venas, claro aquello no se comparaba con el dolor de la mordida y el ardor del virus expandiéndose por mi cuerpo. Sentí una cierta tranquilidad por un momento, lamentaba no poder cumplir aquella promesa que le había hecho a Jess, pero esa tranquilidad, cerré mis ojos por un momento. Esto será morir? Para variar, me equivoqué nuevamente.

Aquella tranquilidad se esfumó en el momento y sentí como mi corazón comenzó a latir más de prisa que nunca, no podía respirar, mis pulmones no lograban reaccionar y sentía un inmenso dolor indescriptible por cada coyuntura de mi cuerpo. Abrí mis ojos de golpe, las miradas de todos ya no eran de preocupación eran de una clase de desesperación.

“Qué le pasa Aldo?” preguntó histéricamente Laura.
“No lo sé…” dijo mientras se acercaba a Harry para ver sus reacciones. Su cara se volvió pálida al instante.
“Aldo!” Laura lo sacudió tratando de sacarle una respuesta.
“Él…Él está mutando” dijo con una voz temblorosa.
Laura y Jess quedaron impactadas ante la noticia mientras Harry continuaba a retorcerse de dolor y su herida comenzaba a cambiar continuamente.
“Qué le va a pasar?” preguntó Laura preocupada.
“No lo sé…te dije que no sabíamos qué efecto podría tener en un humano…” dijo Aldo tratando de justificarse.
“Va a morir?” preguntó con desesperación Laura.
“No lo sé…” Ambas chicas se petrificaron ante la declaración de Aldo.

La puerta se abrió de prisa. “Qué hacen aquí?” preguntó Pancho alarmado.
“Harry está herido…” dijo Laura con seriedad.
“Estamos en graves problemas” dijo ignorando a la chica. “Tenemos que irnos en este instante”. Salió corriendo sin decir nada.

Jess y Laura se fueron con Harry quien seguía retorciéndose de dolor, mientras las seguía de cerca Aldo con una caja llena de matraces, frascos y demás. Laura iba disparando con una mano a los zombies en el camino mientras que con la otra cargaba a Harry ayudándole a Jess. Finalmente alcanzaron la camioneta Silverado. Colocaron a Harry en la parte de atrás de la camioneta que estaba cubierta por una manta.
“Yo me iré con él…” le dijo Jess a Laura, ella simplemente accedió mientras corría a subirse al asiento del conductor de la camioneta. Jess se subió a la parte de atrás de la camioneta.

Aldo corrió hacia la hummer donde Mile, Iraís y Asahel ya estaban subidos en ella esperando a los demás. Él se subió a la parte de atrás junto con Iraís. Tan sólo faltaba Pancho. Asahel salió de prisa para ver qué era lo que evitaba que su amigo llegará para su gran escape.

Pancho corría entre los zombies, cortó un par de cabezas antes de detenerse en seco a unos metros de ambas camionetas.
“Pancho! Por acá!” le señaló Asahel a Pancho para que corriera hacia ellos.
Pancho volteó a ver la camioneta Silverado, tan sólo Laura, Jess y un Harry lastimado estaban en ella, volteó a ver la hummer, Asahel, Mile, Aldo e Iraís estaban allá.
Tomó una decisión en el momento.
“Asahel! Me iré con Laura y Jess!” le gritó a su amigo.
“Por qué? Tienen a Harry!” trató de convencerlo.
“Harry esta lastimado…no puedo dejarlas solas” le dijo con seriedad.
En eso el techo se cayó y las llamas aumentaron dividiendo el pasó entre ambos vehículos.
“No podremos irnos juntos, hay demasiados zombies y el camino está bloqueado…” dijo Pancho esperando que Asahel lo oyera.
Asahel seguía incapaz de creer que se separarían. Pronto alzó la mirada.
“No! Por qué?” no podía creer que estaban recurriendo a una salida así.
“Descuida, nos reencontraremos…” le dijo tratando de pacificar a su amigo.
“Dónde?” gritó un Asahel desolado.
“En San José! En tres días!” gritó mientras corría hacia la camioneta Silverado.
Asahel regresó a la hummer, subiéndose al lugar del conductor.
“Qué pasó?” le preguntó Mile preocupada.
“Nos veremos en 3 días en San José…” dijo con seriedad mientras encendía el vehículo.
El hummer se fue mientras tropellaba a los zombies que se cruzarán en su camino.

Pancho llegó a la camioneta y abrió la puerta del conductor indicándole a Laura que se moviera al lugar del copiloto. La camioneta ya estaba encendida y Pancho comenzó la gran huida. Laura lo miraba sorprendido ante la elección de elegirlos a ellos sobre a sus amigos que iban en la hummer. Simplemente guardo silencio mientras Pancho hacia lo suyo y los llevaba a un lugar seguro.

En la parte trasera de la camioneta estaba Jess sosteniendo firmemente la mano de Harry. Él ya no se retorcía de dolor pero yacía inmóvil. No estaba muerto, pues aún respiraba. Sin embargo Jess continuaba llorando mientras lo veía. Después de todo él había arriesgado su vida para salvarla.

En aquellos momentos pude ver, a pesar de mi vista borrosa, como las lagrimas seguían cayendo del rostro de Jess. Ese dolor superaba cualquier dolor físico que pudiera sentir, quizá viviría, mi promesa no se rompería, pero ver esa clase de sentimientos salir de ella, me dolía demasiado. En aquel momento me hice una promesa a mi mismo…jamás volvería a dejar que alguien la hiciera llorar…

Continuará…

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